jueves, 11 de febrero de 2010

_TELE_PRESENCIA_



En verdad, no se necesita un médium para reflejar nuestra vida en tiempo real (cada existencia está telepresente ante sí misma); la televisiòn y los medios se han salido desde hace tiempo de su espacio mediático, profesional, para investir a la vida real desde adentro. Ellos mantienen la ilusión de un progreso de espíritu, de una especie de acumulación primitiva de conocimientos, llamada "normal". No se necesitan cascos ni combinaciones digitales pues nuetra voluntad, a fuerza de ejercerse sobre las cosas, termina por moverse en el mundo como una imagen de síntesis. Es como si nos hubiésemos tragado nuestro propio micrófono y nuestro propio receptor, cosa que produce una imagen brumosa debido a la proximidad demasiado estrecha de la existencia y sus medios de difusión. Todos hemos interiorizados nuestra propia imagen de síntesis y nos hemos convertido en animadores profesionles de nuestra propia vida. Dado esto, las transmisines de televisión no son más que un efecto secundario y de alguna manera engañoso, porque el análisis crítico que las denuncia como manipulación medíatica da por sentado que hay en alguna parte otra existencia real, una forma original de la existencia vivida y que esas transmisiones son su parodia y por tanto producen un efecto engañoso. Ahora bien, esta crítica está superada, como lo está toda "crítica" situacionista del espectáculo; como lo esta en sustancia toda crítica de la alienación, desgraciadamente ya que la abstracción del espectáculo - la alienación- antes nunca fue irremediable, nunca fue inexorable, mientras que la operación del mundo en tiempo real, su realización incondicional, no tiene apelación.

(Jean Baudrillard; La ilusión y la desilusión estéicas)



La alienación o enajenación es el fenómeno de suprimir la personalidad, desposeer al individuo de su personalidad o deshacer la personalidad del individuo, controlando y anulando su libre albedrío, para hacer a la persona dependiente de lo dictado por otra persona u organización. El alienado permanece dentro de sí, ensimismado por su desorientación social. Es un proceso que puede ser autoinducido.

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